viernes, 23 de enero de 2009

Quizá alguien se sienta imperfecto (o perfecto), pero nadie puede ser perfectamente imperfecto (ni perfecto).


Las personas, sea cual sea nuestra edad, nunca somos perfectas. TODOS SOMOS IMPERFECTOS,EN ALGUNA MEDIDA, y todos buscamos la perfección, con un anhelo variable.
Un posible camino de mejora lo facilita el tiempo y el esfuerzo: Si todos los años arrancáramos una imperfección, pronto seríamos menos imperfectos. Seguramente, sólo en la eternidad lograremos la perfección.
El hombre, por su misma naturaleza, siempre reúne algunas imperfecciones. NADIE NACE LIBRE DE FLAQUEZAS; y LA PERSONA MAS PERFECTA ES LA QUE TIENE MENOS DEBILIDADES. El conocimiento de nuestras imperfecciones, lejos de perturbarnos, debiera alegrarnos, porque es un medio de enmienda. Acaso por ello, un proverbio sueco asegura que “Por suerte no hay nada perfecto en este mundo”.
LOS DONES QUE ALGUNOS NO TENEMOS, OTROS LO POSEEN; Y VICEVERSA.
De esas imperfecciones compensadas brota la sociabilidad. La unión de seres individualmente imperfectos alcanza la perfección.
La pareja, la familia o la sociedad, son fórmulas válidas de sumar perfección, que mejoran a todos sus componentes.
Nos sabemos imperfectos, en un cierto grado; y por tanto, perfectos en otro grado. Además, algunos son muy agradables a pesar de sus muchas imperfecciones, si las intentan superar; y otros resultan muy enojosos, si no reconocen ni un solo defecto.
En todo caso, no son los perfectos, sino los imperfectos, quienes estamos más necesitados de amor.